ANTECEDENTES

Envejecimiento y sociedad digital

El desarrollo sostenible al que se orientan los objetivos (ODS) que se persiguen en la Agenda 2030 firmada en 2015 por 193 países, entre ellos España, pone en el centro de mira los derechos humanos de todas las personas, sin dejar a nadie atrás.

Entre otras metas, los ODS persiguen erradicar la pobreza extrema y el hambre, combatir la desigualdad, asegurar la igualdad de género y los derechos humanos de las mujeres, y garantizar el acceso universal a servicios de salud y educación de calidad.
Si bien, esto no es posible si no se garantiza la inclusión y participación de todas las personas, incluidas las personas mayores en todas las esferas de la vida. Si como se indica en la propia agenda 2030, el objetivo es no dejar atrás a nadie, no podemos dejen atrás a un grupo de personas cada vez más numeroso en la sociedad actual.

Según los datos de Eurostat de 2005 a 2019, en los países de la Unión Europea, el crecimiento de la población mayor de 54 años es casi cuatro veces mayor que el de la población general.

En el caso de España las personas de más de 65 años suponen el 19% de la población total y, según los indicadores de la OCDE (2018), se espera que en 2050 roce el 40 %. Junto a Japón y Francia lidera la clasificación de países con mayor esperanza de vida. Principalmente en el caso de las mujeres.

La situación de confinamiento y aislamiento social promovido por la emergencia sanitaria por la covid-19 ha puesto de manifiesto la gravedad de la situación de muchas personas mayores que no han puedo acceder ni a la educación, a la atención sanitaria y social (ni a la información ni comunicarse con el entorno). De acuerdo con la Encuesta Continua de Hogares (2020) del Instituto Nacional de Estadística. 2.131.400 personas mayores de 65 años viven solas. Observándose una mayor prevalencia de mujeres que viven en situación de soledad y vulnerabilidad social (el 44% de las mujeres de más de 85 años y el 24,2% de los hombres).

Esta población que envejece presenta oportunidades y desafíos para la economía y los sistemas sociales y de salud. Debido a cambios en la situación laboral como la jubilación, económica, la pérdida de movilidad y problemas de salud, la pérdida de parejas y amigos por fallecimiento, el aislamiento social es un problema para muchos adultos mayores. La abundante evidencia que muestra los impactos adversos sobre la salud y la calidad de vida del aislamiento social y la soledad sugiere la necesidad de desarrollar intervenciones para prevenirlo o remediarlo.
Por ello, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el periodo de 2020-2030 como la “Década del Envejecimiento Saludable”. La “Década es un proyecto de colaboración a escala mundial que pretende aunar los esfuerzos de los gobiernos, la sociedad civil, los organismos internacionales, los profesionales, el mundo académico, los medios de comunicación y el sector privado para llevar a cabo una acción concertada, catalizadora y colaborativa a lo largo de 10 años orientada a promover vidas más largas y saludables” (OMS, 4 oct 2021).
El envejecimiento saludable consiste en conseguir mantener la capacidad funcional de las personas de forma que puedan disfrutar del bienestar en la vejez, consistiendo esta capacidad funcional “en tener los atributos que permiten a todas las personas ser y hacer lo que para ellas es importante”. (OMS, 2021)
Este proyecto de promoción del envejecimiento saludable se alinea con los ODS y refleja la visión de la Agenda 2030 de no dejar a nadie atrás. Incidiendo entre otras cuestiones en la necesidad de mejorar y potenciar la inclusión y el acceso de los mayores a las tecnologías de la información y la comunicación a través de diferentes acciones, entre las cuales, debemos resaltar el desarrollo de sus competencias digitales.
De hecho, el proyecto de la Década centra gran parte de sus objetivos en la relación entre el ODS 4 (educación de calidad) y el envejecimiento saludable:
El envejecimiento saludable requiere de un aprendizaje a lo largo de toda la vida, que permita a las personas mayores hacer lo que valoran, conservar la capacidad de tomar decisiones y conservar su identidad e independencia, así como sus metas vitales. Todo ello exige alfabetización, capacitación y espacios de participación sin obstáculos, en particular en el ámbito digital. (Década del Envejecimiento Saludable, p. 7)
En este sentido, varios estudios han demostrado que las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) tienen el potencial de mantener o mejorar la conectividad social de los adultos mayores, así como de compensar las pérdidas y déficits derivados del envejecimiento. Sin embargo, la evidencia sugiere que la población mayor de 64 años, con respecto a la población general, es un grupo vulnerable a la exclusión digital, y con mayor probabilidad de quedar aislada en sociedades donde la tecnología está cada vez más presente en los servicios públicos y en vida privada.